viernes, 29 de abril de 2011

Los sueños de Akira


Ahora que Japón ocupa un lugar central en la agenda mediática debido a las crudas circunstancias que a traviesa, resulta interesante y quizá necesario hablar de las muchas caras que tiene este país, desde las aportaciones tecnológicas: por poner un solo ejemplo el creador del CD era japonés y falleció recientemente, hasta sus aportes a la cultura popular con miles de series infantiles (Astroboy es una de mis favoritas), dentro del cine también siempre han tenido grandes personalidades como Akira Kurosawua.

Akira Kurosawua es uno de los directores más emblemáticos de la vieja guardia del cine japonés, nació en 1910 cerca de Tokio y falleció en 1998, cuenta con una extensa filmografía entre la que destacan las películas Rashomon, con la que obtuvo el león de oro en el festival de Venecia de 1951, Shichinin no samurai (Los Siete Samurais), Kakushi toride no san-akunin (La Fortaleza Escondida), Dersu Uzala (El cazador) con la que obtuvo el oscar a mejor película extranjera en 1975.

En 1990 Kurasawua tenía en mente un proyecto llamado Dreams, filme que actualmente también es conocido como: los sueños de Akira, sin embargo en ese momento el director japonés estaba en la quiebra pero contaba con un gran prestigio y honor, así que con la colaboración como productores de Steven Spielberg, Francis Ford Coppola y Martin Escorsece, logro realizar esta película que se convirtió en otro de sus filmes emblemáticos.

Desde que ocurrió la tragedia en Fukushima me vino a la memoria este filme, se compone de ocho cortos, todos basados en sueños que tuvo el director, realizados con una maestría, una belleza y una enseñanza tremenda, hay que recordar que Akira esta influenciado por el impresionismo, es fabuloso el corto llamado cuervos, en el que literalmente le da vida a varios cuadros de Van Gogh, mete la cámara, los personajes y al espectador al cuadro, es maravilloso.

El penúltimo lleva el título de “El Fujiyama en rojo”, en el una central nuclear cercana a dicho pico explota y provoca la extinción de todo a su alrededor. El grueso de la población se lanza al mar, los personajes que quedan al centro del encuadre van adquiriendo fuerza, una madre con sus dos hijos se convierte en la conciencia: “No es justo que nuestros hijos no disfruten de la vida por un accidente humano que siempre se dijo que no pasaría”.

Un hombre mayor acepta ser uno de los responsables “la estupidez humana es increíble”, explica que color identifica al plutonio, el estroncio o el cesio “la radioactividad es invisible, sólo la han coloreado para saber qué es lo que nos matará”
En el último de los ocho cortos Akira toca el tema de la mutación y los efectos de la radiación.

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